Sinceridad en el proceso vocacional

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En otros artículos hemos hablado sobre cómo saber si realmente Dios me llama, y también sobre cómo es ese llamado. Si ya has descubierto que sí, que es Dios quien te está llamando?, las siguientes líneas te van a recordar una característica fundamental de todo joven que quiera responderle a Dios

Nos dice el Papa Francisco: Para ser testigos felices del Evangelio es necesario ser auténticos, coherentes. Y esta es otra palabra que quiero decirles: autenticidad. Jesús reprendía mucho a los hipócritas: hipócritas, los que piensan por debajo, los que tienen dos caras. Hablar de autenticidad a los jóvenes no cuesta, porque los jóvenes tienen este deseo de ser auténticos, de ser coherentes. Y a todos ustedes les fastidia encontrarse con sacerdotes o religiosas que no son auténticos

Hoy día la sociedad necesita de personas auténticas, sinceras, que desde la verdad se desenvuelvan en el mundo ?. Ser auténtico es para muchos un reto , ya que es ir muchas veces contra la corriente social. Considero que cualquier vocación-profesión, médico ?‍⚕️, abogado ?‍⚖️, ingeniero ?‍♀️, matrimonio ??, religioso o sacerdote, desenvuelta con autenticidad, ayudará a construir una mejor sociedad.

Dios creó a cada ser humano con características únicas. Somos obras auténticas. Por lo tanto, cuando Dios llama, te llama como eres, no te llama para que seas como otros. En fin, te llama para que seas auténtico y no vivas aparentando ser quien no eres. 

Entonces una persona auténtica es aquella que es consecuente consigo mismo, y que se muestra tal y como es. Y esta característica es clave ? en el proceso de discernimiento vocacional a cualquier estado de vida cristiana.

En un proceso de respuesta al Señor se requiere un compromiso personal para optar por un estilo particular de vida (sacerdocio, matrimonio, religioso, soltería). Una responsabilidad que implica ser muy sincero contigo mismo y con los otros. Se requiere mucha autenticidad, para poder hacer un buen discernimiento vocacional, y así entender la voluntad de Dios en nuestras vidas.

Dios conoce nuestra verdad, y sabe quién eres realmente, por lo tanto, no tiene lógica que actúes siendo otra persona cuando Dios ya sabe quién eres. Muchas veces los miedos, el qué dirán, el aparentar, nos pueden llevar a utilizar nuestras máscaras y actuar defendiéndonos ante la realidad, pero tarde o temprano, la verdad sale a la luz.

La autenticidad en el acompañamiento te hará libre para optar y tomar una sabia decisión. Recordemos: La Verdad los hará libres (Jn 8,32). El aceptar quién eres, cómo eres, todos tus dones, talentos, defectos y virtudes te dará mucha luz para comprenderte y responderle a Dios. Es un proceso de interioridad y de reconocimiento de tu verdadero yo. Colocarte delante de tu verdadero yo te ayudará también a verte vulnerable, lo cual puede ayudarte también a comprender al otro, y así como tú has recibido misericordia, puedes ser misericordioso y como han tenido compasión contigo, tú podrás ser compasivo con los demás.

Ser auténticos y sinceros, generará mucha confianza en ti, ya que no tienes nada que esconder o simular

Ser auténticos y sinceros, generará mucha confianza en ti, ya que no tienes nada que esconder o simular. Por ejemplo, el bueno de Job (Job 1,8), era una persona auténtica que ante Dios era un hombre justo y honrado. Y como él, muchos personajes bíblicos. 

Muchos son los miedos que conducen a las personas a no ser auténticas, pero en este caso no deberíamos de tener miedo pues Dios te conoce y como dice san Agustín: ¿Acaso nos eligió el Señor porque éramos buenos? No eligió a quienes eran buenos, sino a quienes quiso hacer buenos ? (Sermón 229 F, 1).

Recordemos que todo proceso personal de respuesta a Dios debe tener el sello de autenticidad, Dios llama al original, tal y cómo es; no está interesado en una copia falsa de nosotros. El ser sincero con las personas que te acompañan en tu discernimiento vocacional es uno de los primeros pasos para responder con AUTÉNTICIDAD a la Llamada Divina.

 “La autenticidad comienza en el corazón”.

Brian D’Angelo.

“Y todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Col 3,23)