¿Será que Dios me llama?
¿Tengo vocación?
¡QUE GRAN MISTERIO!
Nada mejor que experimentar el toque de Dios que te llama a seguirle. Atención, es un llamado, es Dios quien elige, no es un proyecto con iniciativa humana.
El seguir a Dios en la vida religiosa o sacerdotal no es solo un proyecto personal, lo podría ser, pero como respuesta a la llamada de Dios, como lo hizo Abrahán (Gen. 12, 1-3). La iniciativa es de Dios, por eso es importante discernir con cuidado, tiempo y reflexión cual es la voluntad de Dios en nuestras vidas. Dios llama y él no tiene unos criterios comunes, Él elige a quien quiere, ¡es increíble!, tiene una característica muy propia para escoger a sus discípulos, que no la podemos entender. Con solo leer los Evangelios se percibe el detalle particular de cada llamada.
(1 Sam 3, 1-18. Lc. 6, 12-19. Mt. 4,18-20).
Todos estamos llamados a seguir a Jesús, a ser sus discípulos, a responder a la llamada universal de los cristianos “el bautismo”. Ahí comienza todo. Será un camino de perseverancia para configurarse poco a poco con Cristo. Cuando le seguimos y nos relacionamos con Él, podemos hacer nuestro discernimiento con más fundamento y entender “mejor” cuál es la voluntad de Dios en nuestra vida.
Si sientes el llamado de Dios, agradece, ora, y no pretendas dar saltos enormes, o quemar etapas, disfruta los momentos de y con Jesús, en tu familia, en tu parroquia, con tus amigos, en la universidad, en el trabajo…, y con el tiempo, podrás decir que has sentido el toque de Dios, y en concreto para una vocación particular en la Iglesia, como religioso y/o sacerdote.
Es un proceso de búsqueda y encuentro. Disfrútalo.
Un par de detalles: Dios habla en el silencio, no lo olvides; y ojo, con las voces equivocadas que nos pueden confundir.