“Estoy seguro de que no estoy seguro”

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Hace algunos años mientras atendía a varias parejas que estaban próximas a contraer matrimonio y realizaba con ellas las “informaciones matrimoniales”, que es un documento que se llena con cada uno de los futuros contrayentes antes de celebrarse el matrimonio, empezaba el diálogo con un novio preguntándole en tono jocoso si estaba seguro de quererse casar y más ocurrente fue él en su respuesta: “estoy seguro de que no estoy seguro”. 

La respuesta de aquel novio de la anécdota no pasó de ser un chiste ? rompehielo para iniciar un diálogo, pero puede ser para algunas personas que se confrontan con decisiones trascendentales en su vida una frase que exprese de modo cabal sus sentimientos, pues la inseguridad ? es la única certeza que pudieran tener y el temor ? es el sentimiento que les invade. Si bien la vacilación frente a la toma de decisiones, es comprensible, y en principio normal, dejarse paralizar por las dudas o por el miedo no lo es; de hecho la Escritura hace un llamado constante a vencer el temor desde la confianza en Dios, pues la vida es esencialmente acción. Procuraré entonces compartirte algunos pasos hacia la seguridad ? en la toma de decisiones. 

El primer paso ?que te quiero proponer es un viaje por tu memoria ✈️?, por tus recuerdos, tomándote un tiempo de silencio y reflexión para explorar las motivaciones que te han llevado a contemplar la decisión que estás pensando en tomar, sea la posibilidad de casarte, de iniciar tal o cual carrera, de ingresar al seminario para consagrarte a Dios. 

Lo anterior va de la mano con mirar el paso de Dios por nuestra historia de vida, pues su “pasar” nos brinda signos importantes que pueden direccionar nuestras decisiones y que están presentes en gustos personales, acontecimientos de vida concretos, palabras o comentarios de algunas personas, pensamientos personales y recurrentes en ciertas épocas, entre otros. Ten presente cómo Josué motivó al pueblo de Israel a tomar una decisión recordándole las bondades de Dios en el pasado, esto lo puedes ver en el capítulo 24 del libro de Josué. ??

El segundo paso ? que te sugiero es que afines tus sentidos ?, ya que nuestro primer instrumento de conocimiento de la realidad lo constituyen la vista, el oído, el tacto, el olfato y el gusto; pero junto a estos también debemos ajustar nuestros sentidos internos, es decir, atender a la intuición, al razonamiento e incluso a la imaginación. En este punto, quiero invitarte a estar muy concentrado en los signos ❗️⚠️♻️ que te está presentando Dios en tu actualidad, pues el Señor nos guía y actúa de modo sutil en nuestro día a día y aunque pudiera mostrarse de manera extraordinaria, normalmente lo hace en lo ordinario de cada jornada.

El Señor Jesús se queja, por así decirlo, ante su generación de que son capaces de distinguir los signos cósmicos del clima y las estaciones, pero son incapaces de descubrir los signos del tiempo presente (Cf. Lucas 12, 54-56). ¿Qué señales captas en referencia a la inquietud que vives? ¿Has profundizado suficientemente en el conocimiento de la cuestión que te ocupa? Válido es lo que dice San Agustín respecto a Dios, para aplicarlo hacia posibles decisiones: “Nadie ama a Dios antes de conocerlo. Y qué es conocer a Dios, sino contemplarlo y percibirlo con la mente con toda firmeza” (Tratado sobre la Trinidad, 8,4,6); la percepción y la información van de la mano y se aprovechan mediante el empleo atento de los sentidos externos e internos. 

“Nadie ama a Dios antes de conocerlo.» San Agustín

El tercer paso ? que te pido considerar es el dejarte acompañar ? por otros. Hay quienes ya han recorrido el camino que quieres hacer y cuentan con una valiosa experiencia que te puede ayudar. Piensa en cómo Josué se forjó junto a Moisés; Samuel junto a Elí o evangelistas como Marcos y Lucas lo hicieron al lado de los apóstoles. Necesitarás de alguien que te instruya ?‍? y guíe de manera más cercana, para que su ejemplo y enseñanzas te procuren seguridad en tu propio camino. 

De hecho, Dios emplea mediaciones humanas ???‍??‍? para obrar y hace partícipes de su actuar en favor de muchos a determinadas personas que se vuelven inspiradoras en la vida de otros. El acompañamiento vocacional hacia los estados de vida o para la elección de una carrera incluye mentores, incluso no sólo para llegar a la decisión, sino también para el recorrido futuro.

El cuarto paso ?, que bien podría ser el primero es invitarte a orar y orar mucho ?✖️♾, pues de un lado, la vocación es un don divino y de otro lado tus solas fuerzas no son suficientes para superar las dudas y los temores. Recuerda siempre, que solo con la gracia de Dios puedes sacar adelante tus proyectos. La oración te dispone a la escucha y a acoger la voluntad de Dios y te permite colocar tus titubeos y miedo en las manos seguras de aquel que los transforma en optimismo y esperanza. Bien podemos decirle a Dios con el salmo 25: “Señor, dame a conocer tus caminos, enséñame tus sendas; encamíname fielmente, enséñame, pues tu eres mi Dios salvador”.

Finalmente, quiero decirte que por más precauciones y cálculos ?️‍♀️? que hagas para tener control total sobre tus decisiones, no tendrás la certeza absoluta sobre lo futuro, pues la vida y sus caminos son una gran aventura abiertos a los desafíos; pero sí te puedo afirmar que vivir la vida como un proyecto, trazar un plan, permite tener “mínimo de seguridad” en tu discernimiento y un “máximo de confianza” en el favor de Dios, para dar importantes pasos y perseverar luchando y defendiendo por lo que se ha decidido emprender. Seguramente en el camino te encontrarás con circunstancias que atraigan nuevas preguntas y temores, y en tales situaciones puedes retomar estos pasos sugeridos, particularmente el primero y el último; el primero te permitirá volver a las motivaciones y razones que te llevaron a hacer una opción y el último te concederá la serenidad y la iluminación necesarias para asumir los momentos de dificultad. 

Si estás seguro de que no estás seguro, significa que debes aplicar el discernimiento, todo proyecto de vida lo requiere, pues de lo primero que has de estar convencido es que tú eres el responsable de lo que hagas con tu vida, pero no estás solo, cuentas con Dios quien quiere protagonizar contigo esta historia.