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Dice el mismo san Agustín: “En cuanto a mi vida en este mundo, todo eran vacilaciones, y debía purificar mi corazón de la vieja levadura, y hasta me agradaba el camino –Cristo mismo–, pero tenía pereza de caminar por sus estrecheces. Tú me inspiraste entonces la idea –que me pareció excelente– de dirigirme a Simpliciano, que aparecía a mis ojos como un buen siervo tuyo y en el que brillaba tu gracia” (San Agustín, Las Confesiones VIII,1,1).
Entre los programas de humor blanco más populares de la televisión mexicana, incluso en la actualidad, se encuentra el “Chapulín colorado” ❤️. El comediante Roberto Gómez Bolaños se encarga de representar el papel de un superhéroe más bien atípico, el chapulín colorado, que siempre viene en ayuda de quien lo está necesitando. En todos los programas se repite la misma escena: hay una persona en peligro que exclama: “¡Oh!, y ahora ¿quién podrá ayudarme?”. E inmediatamente aparece el personaje cómico diciendo “yo”, y la persona dice “el chapulín colorado”; y él añade, “no contaban con mi astucia”.🤣
San Agustín, en el momento más revuelto y confuso de su vida, cuando ya no le satisfacía su mundo de logros, conquistas y éxitos, pero tampoco daba con el modo de determinarse por una vida mejor, buscó ayuda; buscó un acompañante, a Simpliciano. Le concedió autoridad a este hombre porque “había oído de él que desde su juventud vivió devotamente, y como entonces era ya anciano, le pareció que, para una edad tan larga, empleada en el estudio de las cosas de Dios, estaría muy experimentado y muy instruido en muchos asuntos; y verdaderamente así era. Por eso le confié mis inquietudes, para que me indicara qué camino sería el más a propósito en aquel estado de ánimo en que yo me encontraba para caminar por la senda del Señor” (San Agustín, Las Confesiones, VIII,1,2).
Una pregunta muy directa: 🎯¿A quién o a quiénes concedes autoridad en tu vida? Seamos o no conscientes, todas las personas reconocemos haber recibido cierta influencia en nuestra vida, para bien o para mal, de otras personas, ideas, propuestas, iniciativas… Por más que parezca prehistórico hablar de autoridad, difícilmente podemos excluirnos de la decisión interior de consentir que alguien o algo nos afecte e impacte en nuestra vida, incluso al grado de definirla o caracterizarla.
¿Sabes cuál es la raíz de la palabra “autoridad”? Significa “auctoritas”, e indica la capacidad o habilidad de una persona a través de la cual hace crecer a otras personas. No expresa la idea de un poder directivo, dominio o manipulación, sino una fuerza generativa real por la que se ayuda a otras personas a sacar lo mejor de ellas mismas. Cuando Jesús se encontró con los jóvenes, en cualquier estado o condición en que estuvieran, incluso si estaban muertos, de una forma u otra les dijo: ¡Levántense! ¡Crezcan! Y su palabra cumplió lo que dijo (ver Mc 5,41; Lc 7,14).
Para lograr un verdadero camino de maduración vocacional, los jóvenes necesitan a su lado adultos autorizados. Es, pues, importante que quienes emprenden un camino de búsqueda vocacional, empleen su astucia y su inteligencia, su sensibilidad y su fina intuición, para reconocer a la persona o personas que les puedan ayudar a crecer. En definitiva, compañeros de camino que ejerzan su autoridad en este sentido: que no quieran más que el crecimiento de quienes acompañan.
Entonces, ¿a quién o quiénes pides ayuda? Hay muchos maestros de vida a tu alrededor: puede conceder autoridad a tus papás, a los profesores, a los amigos, al grupo de pertenencia, a algún escritor que te gusta, etc. Sin embargo, la pregunta es mucho más directa: 🎯¿Cuentas con alguien que te acompañe en el camino de tu búsqueda vocacional? ¿Hay alguien que conozca tu historia, que sepa de tus aciertos y logros, pero también de tus miedos y autoengaños? Conviene que sepas que hay varias de estas personas por ahí, en tu entorno, a las que puedes conceder autoridad en tu vida. Tu tarea es identificar, con sinceridad, a alguien que te genere confianza y que te anime a crecer, a dar más de ti mismo, a buscar tus propias respuestas. Nunca te arrepentirás de encontrar y contar con la ayuda de un compañero o compañera de camino, con quien compartas el pan de tus descubrimientos.
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