Camino agustiniano para el discernimiento vocacional (Parte 8)

Camino agustiniano para el discernimiento vocacional (Parte 7)
24 marzo, 2022
Alipio y Posidio, amigos entrañables de san Agustín
16 mayo, 2022
Camino agustiniano para el discernimiento vocacional (Parte 7)
24 marzo, 2022
Alipio y Posidio, amigos entrañables de san Agustín
16 mayo, 2022

Confía en la luz del Espíritu Santo

San Agustín escribió: 📖 “Tus palabras, Señor, se me habían pegado a mis entrañas y por todas partes me veía cercado por ti. Cierto estaba de tu vida eterna, Señor, […] lo que deseaba no era estar más cierto de Ti, sino más estable en Ti” (San Agustín, Confesiones VIII,1,1). Este “estar más estable en Ti” no aconteció hasta que Agustín se rindió a la acción del Espíritu Santo en su corazón:📖 “En aquel tiempo no me sentí movido a obrar bien, sino hasta que fue concebido el Espíritu Santo en mi corazón” (San Agustín, Confesiones XIII,38,53).

«Tus palabras, Señor, se me habían pegado a mis entrañas y por todas partes me veía cercado por ti. Cierto estaba de tu vida eterna, Señor, […] lo que deseaba no era estar más cierto de Ti, sino más estable en Ti» ❤️‍🔥

Confesiones VIII,1,1

Just do it” corresponde al eslogan publicitario de la marca de ropa y accesorios de moda “Nike”. Con ese “simplemente hazlo” se ha conseguido una de las mejores campañas de marketing, con las correspondientes ganancias para los dueños de la marca. A propósito de este eslogan, en los grupos juveniles de una Parroquia circulaba hasta hace poco tiempo una especie de máxima entre los jóvenes:🎯querer es poder”. Con la fuerza de esta afirmación, se empoderaba a los jóvenes para determinarse a alcanzar sus sueños. Pregunta obligada: ¿Y sí funcionaba? Podríamos decir que les ayudaba a ganar cierta seguridad en sí mismos, pero poco más…

A la vuelta de la esquina, la fuerza de la promesa de dicha expresión se encuentra con la impotencia del fracaso. ¿Realmente querer es poder? Siendo sinceros, hay muchas cosas que queremos hacer y las podemos hacer, y las hacemos: viajar, encontrar trabajo, comprar un coche, etc. También hay muchas situaciones en las que podríamos hacer algo, pero como no queremos, normalmente no lo hacemos: ordenar el cuarto, tirar la basura, lavar lo platos, hacer la tarea, etc. Y hay realidades, quizá las más importantes, ante las que quisiéramos reaccionar de una manera determinada, pero no podemos hacer nada, ya sea por la incapacidad personal, ya porque hay factores que escapan a nuestro control: consolidar una relación de pareja, perdonar a alguien que me lastimó, superar algún miedo, vivir con más paz, amar de forma incondicional…

🎯¿Cómo reaccionamos delante de aquellas situaciones en las que quisiéramos un resultado diferente y, por más que lo hayamos intentado, no logramos nada? El “querer es poder” no funciona en estos casos; se requiere de una ayuda extra. Pues bien, en el camino del discípulo de Jesús ocurre algo semejante: no siempre lo que se quiere se consigue, simple y llanamente porque el cristianismo no es únicamente voluntad y músculos, sino don y ayuda de Dios. Sin la ayuda que Dios nos regala con la presencia de su Espíritu Santo en nuestro corazón, ¿cómo le haríamos para romper con nuestro egocentrismo? ¿Cómo le haríamos para sobrellevar a determinadas personas con las que no congeniamos? ¿Cómo podríamos cultivar la paciencia delante de los límites y defectos de los otros? ¿Cómo sabríamos por dónde ir tirando en la vida?

🎯El camino del discernimiento vocacional requiere necesariamente, para llegar a madurar una opción de vida en Cristo, del don del Espíritu Santo. Sin embargo, el hecho de invocar su presencia y pedir su ayuda no nos exime, ni mucho menos, del esfuerzo personal por escuchar el propio corazón, conocerme a mí mismo, considerar dónde se podría ser más útil y necesario, conocer a fondo las distintas opciones que se tienen, apoyarse en la Palabra de Dios y dejarse acompañar. Es precisamente la presencia y la luz que proyecta este “Dulce huésped del alma” –el Espíritu Santo–, quien posibilita que se vayan engranando con armonía los distintos elementos de la búsqueda vocacional.

El camino agustiniano para el discernimiento vocacional cuenta, como principal protagonista del viaje, al discípulo de Jesús y aquello que el Espíritu Santo va tejiendo, como obra de Dios, en su corazón. Como bien reza el Salmo 118, 📖“Señor, correré por el camino de tu voluntad cuando me ensanches el corazón”. Precisamente de esto se trata, de conversar con el Maestro interior, el don del Espíritu Santo, pues es él quien ensancha el corazón para llegar a acoger la llamada personalísima que él hace de seguir a Cristo y de servir a los demás en una forma de vida cristiana concreta.

El mismo san Agustín dice:📖 “cuando yo me adhiera a Ti con todo mi ser, ya no habrá más dolor ni trabajo para mí, y mi vida será viva, llena toda de Ti. Mas ahora, como al que tú llenas lo elevas, me soy carga para mí mismo, porque aún no estoy lleno de Ti” (San Agustín, Confesiones X,28,39). Por lo tanto, que venga el Espíritu Santo en nuestra ayuda y confiemos que él nos asistirá en esta aventura: 📖“La caridad se ha difundido en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado, y en orden a las cosas espirituales nos enseña y muestra la maravillosa senda de la vocación al amor” (San Agustín, Confesiones XIII,7,8).