Camino agustiniano para el discernimiento vocacional (Parte 8)
9 abril, 2022Ascensión del Señor
26 mayo, 2022Dentro del grupo de los amigos (hermanos) que hicieron parte de la vida de Agustín, se encuentran Alipio y Posidio; a los que la tradición ha considerado los dos representantes más cualificados de la herencia agustiniana. A estos dos hombres, coetáneos y procedentes del mismo lugar del África romana, la vida une gracias a un amigo común: Agustín. Los dos compartieron con él, momentos importantes como hermanos de comunidad en el monasterio y luego como obispos de Tagaste y Calama, sucesivamente. Ambos serán las manos del obispo de Hipona en sus trabajos más arduos y comprometidos. Los tres participarán en importantes concilios y serán heraldos defensores de la fe católica.
La relación entre Agustín y Alipio inicia desde que éste era muy joven, ya que fue uno de sus alumnos en Tagaste. Su admiración por el joven estudiante es muy profunda, debido a su afición a los libros 📖 y a la lectura. Además, su gran personalidad y pureza de espíritu sorprendían a quien lo conocía; esto unido a su amor ❤️ y defensa de la justicia hasta las últimas consecuencias. A él le dedicará Agustín una sección del Libro IX de las Confesiones, en la que se refiere a Alipio como “hermano de mi corazón” ❤️🔥😇 (cf. Conf. 9,4,7). Con él compartirá también la inquietud y la búsqueda de la fe, que desembocará en el bautismo 💧 de ambos la noche del 25 de abril del año 387. Aunque el encargo episcopal los separó físicamente, la amistad entre ambos jamás decayó lo más mínimo. Alipio será siempre el amigo fiel de Agustín, “su alma gemela, hermano, confidente; su refugio y descanso en las grandes batallas. Alipio es, junto con Mónica, la persona que hizo de Agustín un San Agustín” (cf. Sánchez C. Antonio, Alipio el Amigo, Posidio el discípulo. Nuestros santos agustinianos/10,Marcilla (Navarra), España, 1991, p. 43).
Posidio fue el primer biógrafo✍️ de San Agustín. Su relato, después de haber vivido con él cerca de cuarenta años, es vivo y de gran realismo. La relación entre ambos santos data, al parecer, de los tiempos de la fundación del primer monasterio de Hipona, en el que Posidio vivió hasta el año 400, cuando también fue elegido para ser obispo. El más grande testimonio de amistad, y sobre todo de confianza que había entre ambos, se encuentra en una carta de Agustín dirigida a un obispo italiano, en la que se refiere a él con estas palabras: “En Posidio hallarás no poco de mi persona…🥺” (cf. Ep. 101,1). Agustín es para él un maestro que le enseña, acompaña y defiende, y es también un padre. Por su parte, Posidio, siendo de origen humilde, se mostró siempre como el amigo fiel, tenaz, sencillo, noble, que en todo admira y respeta a su maestro. Él mismo, hablando de Agustín, escribirá el final de su obra: “A él me unió por espacio de cuarenta años una amistad concorde y dulce” (Vida de San Agustín, 31).
La vida de estos dos hombres encarna, sin duda alguna, el valor que la amistad tenía para Agustín. Sobre la base de esta amistad construirán juntos un proyecto que se mantiene vivo aún en nuestros días: la vida común, la fraternidad, la unidad de las almas y los corazones de muchos en Dios. La auténtica amistad vivida desde los valores evangélicos y agustinianos deben enseñarnos a salir de nosotros mismos, para pensar en el otro, en el que recorre junto conmigo el camino de la fe. Es, quizá, esta experiencia de vida lo que nos permitirá ofrecer al mundo algo nuestro, que sea capaz de ir transformando la realidad en que vivimos. Que Alipio y Posidio, amigos entrañables de san Agustín, nos ayuden a “caminar y trabajar juntos para testimoniar que una gran familia unida en el amor y la amistad no es una utopía, sino el propósito para el que Dios nos ha creado (Papa Francisco, Mensaje para la jornada de oración por las vocaciones 2022).