Ascensión del Señor

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Cuento:

El Muñeco de Sal
Había una vez un muñeco de sal que había salido de una ola del mar. El muñeco de sal había oído decir que en la ciudad las personas hacían lo que querían y que eran muy felices. Comenzó a aventurarse en tierras lejas. Vivió una cierta decepción porque se dio cuenta que las cosas no eran del todo como se las había imaginado porque las personas también hacían daño a otras personas, y hasta los niños se peleaban. Pasó mucho tiempo y después de tanto peregrinar llegó hasta el mar.

El muñeco de sal le preguntó: «¿Tú quién eres?»
Y el mar le respondió: «Soy el mar».
El muñeco de sal volvió preguntar: «¿Y qué es el mar?».
Y el mar contesto: «Soy yo». «No entiendo», dijo el muñeco de sal, «pero me gustaría mucho entenderte. ¿Qué puedo hacer?»
El mar simplemente le dijo: «Tócame».
Entonces el muñeco de sal, tímidamente, tocó el mar con la punta de los dedos del pie y notó que aquello empezaba a ser comprensible, pero luego se dio cuenta de que le habían desaparecido las puntas de los pies. «¡Uy, mar, mira lo que me hiciste!».
Y el mar le respondió: «Tú me diste algo de ti y yo te di comprensión. Tienes que darte todo para comprenderme todo».

Y el muñeco de sal comenzó a entrar lentamente mar adentro, despacio y solemne, como quien va a hacer la cosa más importante de su vida. A medida que iba entrando, iba también diluyéndose y comprendiendo cada vez más al mar, hasta que una ola lo cubrió por entero. En el ultimo momento, antes de diluirse en el mar, todavía pudo decir: «Soy yo el mar».

El muñeco de sal se desapegó de todo y ganó todo: el verdadero yo, su identidad profunda, su felicidad.

La fiesta de la Ascensión nos recuerda que Jesús, el Señor, como el muñeco de sal (debes leer primero el cuento 📖 de arriba ⬆️), salió del Padre, se dejó enviar por el Padre, y al ser todo disponibilidad, vino a nosotros en la condición de ser humano, sin dejar por eso de ser uno con Dios. Paseó por nuestras calles, caminó 🏃🏼 por nuestros pueblos, se encontró con nuestra gente buscando corazones dispuesto a amar de un modo nuevo ❤️: el amor que se olvida de sí, que se hace servicio, que se entrega hasta dar la propia vida. Una vez cumplida la misión que el Padre le había encomendado, ascendió al cielo. Ahora regresa al lugar de donde había salido 🌤, para retomar su ser Hijo de Dios en un el abrazo eterno de la Trinidad. Eso sí, llevó consigo y para siempre, el nuevo proyecto de humanidad que él manifestó a los seres humanos. Por eso, levantamos el corazón al cielo acompañando su ascensión, pues a donde él fue, nosotros también iremos con él ✨.

Al celebrar la fiesta Ascensión del Señor se nos invita a entrar en la onda del Maestro, a “agarrar la onda”. ¿Saben cuál es la onda del Señor? La onda del Señor es bajar en humildad para servir y subir a la Patria del Cielo 🤲🏼, al descanso, la vida bienaventurada. ¡Qué bien nos lo relata el libro de los Hechos de los Apóstoles: “Jesús, el Señor, después de dar instrucciones, por medio del Espíritu Santo, a los discípulos que había elegido, subió al cielo. Antes de subir al cielo, Jesús se había dedicado a curar a los enfermos, a perdonar a los pecadores, a liberar a los oprimidos, a dar vista a los ciegos, a liberar de las cadenas del sufrimiento y del mal. Lo condenaron a muerte, lo crucificaron, pero resucitó. Se les apareció a sus discípulos después de su pasión, les dio numerosas pruebas de que estaba vivo y durante cuarenta días se dejó ver por ellos y les habló del Reino de Dios” (Hch 4,14-21 🔖) .

La onda de Jesús, el canal en el que se le puede sintonizar mediante la fe, es el de la amplitud del amor. Jesús está en la frecuencia 📡 del AM, el “Amor Misionero” del Padre, pues salió del Padre, se dejó enviar al mundo para traernos con su presencia un mensaje de amor, de esperanza y de alegría. Y solo regresa al Padre después de haber cumplido su misión, “se elevó a la vista de sus discípulos” (Hch 1,9 🔖). Realmente es este un acontecimiento que nos llena de alegría porque la victoria de Cristo es nuestra victoria, pues ahí donde ascendió él, que es nuestra Cabeza, esperamos llegar también nosotros, que somos sus miembros.

Entonces, si Jesús ascendió, ¿qué nos toca hacer ahora? El mismo libro de los Hechos de los apóstoles relata que mientras Jesús ascendía, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco y les preguntaron, “¿qué hacen ahí parados, mirando al cielo?” (Hch 1,11 🔖). ¿Qué hacemos parados? La onda de Jesús, la del AM, Amor misionero, pone a la Iglesia en movimiento 🏃🏼‍♀️ 🏃🏼 🏃🏼‍♂️, también en la sintonía 📡 del FM, de la Fecundidad Misionera.

El evangelio nos da la clave para entrar en esta Fecundidad Misionera –FM- desde la amplitud del Amor Misionero –AM- de Cristo. Les dice Jesús, “Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Nueva del Evangelio a toda criatura. El que crea y se bautice se salvará” (Mc 16,15 🔖). El afán misionero de los discípulos ha de anunciar 🎙 el amor del Padre, suscitar la fe en Jesús y hacerse bautizar 💦 para recibir el perdón de los pecados. ¿Cómo hacer esto posible y creíble? Jesús les dice que les acompañaran algunos signos: arrojarán demonios, hablarán lenguas nuevas, agarrarán serpientes en su manos y si beben in veneno mortal, no les hará daño, impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos.

¿Qué signos son estos? ✅ Arrojar demonios significa expulsar el mal, lo que divide, lo que separa, lo que genera violencia y desconfianza entre las personas; en definitiva, expulsar el egoísmo. ✅ Hablar lenguas nuevas significa abrir la mente para procurar un mejor entendimiento, procurar un diálogo siempre posible, suscitar la comprensión con un lenguaje nuevo y universal, el lenguaje del amor. ✅ Agarrarán serpientes y si beben un veneno mortal no les hará daño se refiere a que el Señor protege ante los peligros, los riesgos y las dificultades con las que se topa el evangelizador. ✅ Y, por último, impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos significa crear espacios de sanación por el abrazo que reconcilia, la caricia que muestra cariño y afecto, cualquier gesto que crea relaciones cordiales y afables…

Jesús hoy atrae con la fuerza del amor del Espíritu Santo nuestros corazones para que estemos 🧎🏼‍♀️ 🧎🏼 🧎🏼‍♂️ junto a él en la vida buena que no acaba. Y mientras subimos en el corazón hacia la morada eterna en este peregrinar, san Pablo nos invita, como invitó con su carta a los Efesios, a ser una comunidad fecunda ❤️ manteniendo la unidad en la fe en Cristo Jesús y la unidad entre nosotros. Se trata de recibir con humildad 🧎🏼 los carismas que el Espíritu Santo 🕊 nos concede para el servicio de la caridad y, sobre todo, de poner en práctica el amor, pues solo así entraremos en la onda de Jesús: la amplitud del amor (cf. Ef 4,1-13 🔖).