¡El Sacerdote vive de la Eucaristía!

Pastores con corazón
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Un mismo amor, un mismo espíritu y un único sentir.
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Recibe la ofrenda del pueblo santo para presentarla a Dios. Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras, y conforma tu vida con el misterio de la cruz del Señor”.

Estas palabras pronunciadas por el obispo durante el rito de la ordenación del sacerdote, mientras le entrega la patena y el cáliz, con el Pan y el Vino para la celebración de la eucaristía, constituyen el ser y el hacer del sacerdote, ya que su vida toda gira en torno al misterio de la Eucaristía🥖🍷 . Él, en el ejercicio de su ministerio, imita a Cristo Maestro, Sacerdote y Pastor y ofrece a Dios por sí mismo y por el pueblo que se le confía, el santo sacrificio del altar; en el que se actualiza la pasión y la muerte de Cristo✝️ .

🎯La celebración de la Eucaristía debe ser para todo sacerdote el momento más importante del día📆 y la acción más sagrada que realiza, en medio de todas las actividades que pueda ejecutar. Él y solo él, tiene el poder de transformar un trozo de pan y un poco de vino en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo. ¡Qué gran misterio! que conlleva una gran responsabilidad. Con razón decía san Juan María Vianey (el santo cura de Ars): 📖 “Si desapareciese el sacramento del Orden, no tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote (…) ¡Oh, qué grande es el ministerio sacerdotal! Si se diese cuenta, moriría… Dios le obedece: pronuncia dos palabras y Nuestro Señor baja del cielo al oír su voz y se encierra en una pequeña hostia (…) ¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo! (… ) Él mismo sólo lo entenderá en el cielo”.

La celebración de la Eucaristía debe ser para todo sacerdote el momento más importante del día.

El sacerdote actúa en persona de Cristo, especialmente en el momento de la celebración de los sacramentos y, sobre todo, en la Eucaristía. Cada misa que el sacerdote celebra es nueva, no es una repetición de la última Cena de Cristo con sus discípulos, sino la actualización de la única y gran Cena celebrada aquel jueves, en la que el Señor se quedó para siempre con nosotros. Él preside la asamblea y ofrece el sacrificio el nombre de la Iglesia y de todos los bautizados. Si “la Iglesia vive de la Eucaristía”, como decía San Juan Pablo II, es gracias a la acción sobre natural del Sacerdocio de Cristo, manifestado en cada sacerdote.

🎯Es en la Eucaristía, donde el sacerdote configura su vida con el misterio de la cruz del Señor. Si él es Cristo presente en la asamblea de los bautizados, su vida no se puede entender sino es a la luz de misterio eucarístico, porque en allí donde encuentra la fuente de donde brotan todos los misterios del corazón de Cristo; el valor para llevar adelante el ministerio recibido; las fuerzas 💪 para pastorear con fidelidad y coraje al pueblo que se le encomienda; el alimento🥖🍷 que lo sustenta en el camino de la fe, de la entrega y también de las pruebas de la vida; la sabiduría 🧠para enseñar y predicar la Buena Nueva de la Salvación y el consuelo 🥹en los momentos de cansancio y debilidad.

Benditas sean las manos consagradas de los sacerdotes, a través de las cuales se hace presente Cristo en el altar. Que en todo el orbe de la tierra se celebre siempre el sacrificio del altar, desde donde sale el sol hasta su ocaso. Que nunca falte el pan y el vino de la Eucaristía, alimento de salvación. Que siempre haya sacerdotes que puedan alimentar al pueblo santo de Dios, con la Ofrenda de la salvación (el pan y el vino). Que en todo el mundo se proclamen las grandezas del Señor que nunca abandona a su pueblo y que estará siempre presente en medio de ellos, gracias al ministerio de los sacerdotes.