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Aquel día se sentía más melancólica de lo que podía recordar. Contemplaba el silencioso paisaje 🏞️, ese día fresco y nublado, mientras los recuerdos seguían frescos en su memoria.
Aquellos padres que le hablaron del amor a Cristo 🙏, hoy ya no estaban, ella amaba a Cristo, pues eso le dejaron de herencia sus padres, pero le costaba comprender que en esa tierra que la vio nacer ese amor era sinónimo de muerte, el recuerdo de su familia 👨👩👧 le dolía 🙇♀️ y el sentirse cristiana le daba fuerzas, pero se sentía sola y quería llevar el evangelio, tal vez así un día las cosas cambiaran en su país.
Caminaba de regreso a su casa cuando vio a dos hombres acercarse, sin poder explicárselo, cuando miró a la distancia su corazón ❤️🔥 se sintió alentado por algo bueno.
– Hola muchacha – exclamó uno de ellos en un torpe japonés.
Magdalena dudaba, pues vio que esos hombres no eran japoneses, pero notó algo más, en su atuendo de comerciantes, le pareció ver un poco oculto en la ropa de uno de ellos llevaban una cruz ✝️, símbolo imperdible de cristianismo. Magdalena supuso que serían ideas suyas, pues era difícil encontrar otros cristianos
– Hola – dijo ella, observando su atuendo para cerciorarse de que en efecto era una cruz.
Con pocas palabras y muchos gestos preguntaron de un buen sitio para descansar, pues llevaban mucho camino andado y no habían casi comido. Ellos le dijeron que ojalá cerca del bosque 🌳 por donde corría el río, ya que necesitaban beber y refrescarse un poco.
Magdalena viendo que poco sabían de su lengua, con señas les dijo que cerca estaba el bosque y que podrían descansar un poco allí.
A pesar de las limitaciones del lenguaje, Magdalena supo que aquellos hombres cristianos, provenientes de algún lugar lejano 🧭 estaban ahí el mismo propósito que a ella le inquietaba, el dar a conocer a Cristo en su país, sabía que aquellos hombres no lo tendrían fácil, pues la muerte de sus padres y hermanos le recordaba que no era bien visto el profesar la fe cristiana, pero en su corazón sentía la necesidad de que en su país conocieran el evangelio 📖.
Caía la tarde, dejó a los hombres extranjeros en un lugar donde ellos pudieron comer y descansar las piernas de un largo camino. Ella dando las buenas noches se retiró a su vivienda, con la imagen de aquel crucifijo que llevaba oculto uno de los hombres.
Al día siguiente caminaba hacia el río, cuando encontró a los mismos hombres 🧔🧔♂️, estos con sus señas agradecieron a la joven el poder haberles dado un lugar tranquilo para descansar 💤, ya que sabían la situación de ese país y que su apariencia y su atuendo llamaría la atención. Uno de ellos, Vicente, notó que la jovencita miraba con interés los crucifijos los cuales esta vez sí olvidaron ocultar, no sabía si eso era bueno o malo, aunque en realidad no sentía temor, ya que aquella muchacha había sido muy amable y si estuviera en contra del cristianismo hubiera informado a alguien, puesto que ella sabía dónde estaban.
Ella, con gestos les quiso preguntar por qué unos extranjeros andaban por esas tierras, y Francisco, señalando su crucifijo le dio a entender que estaban cumpliendo una misión. Las lágrimas asomaron a los ojos de Magdalena, pues recordó que sus padres al hablarle de Dios a ella y a sus vecinos, fueron perseguidos y ejecutados por ello 💔.
Francisco y Vicente se miraron sin saber qué hicieron mal, y trataron de consolar a aquella pobre jovencita que se veía tan abatida 😭. Cuando ella logró tranquilizarse les trató de dar a entender la forma en que murió su familia, que ella y algunos de sus vecinos se reunían en secreto para leer la Biblia, y que ella soñaba con que su nación conociera a Jesucristo.
Los misioneros le comentaron que ellos fueron enviados desde Europa hacia tierras asiáticas 🇯🇵, para llevar el mismo mensaje, que pertenecían a la orden de los Agustinos y le explicaron su manera de vivir a la muchacha, Magdalena sintió gran interés, y les dijo que ella podría ayudarles a transmitir el mensaje en su idioma.
– No será una tarea fácil – dio a entender la joven.
– Sabemos que por orden del emperador se está castigando a los conversos – Explicó Francisco en un pobre japonés – pero nuestra misión es llevar el mensaje de Jesucristo.
– Además – dijo Vicente – hemos escuchado que en Nagasaki muchos pobladores abrazan la fe, y queremos que sean más quienes conozcan la verdad.
Tanto los frailes como la joven Magdalena sintieron este encuentro como algo providencial 🕊️, y aquella misma tarde los misioneros iniciaron su evangelización con un reducido grupo de personas que la joven les presentó.
Pasaron los días, y Magdalena fue la voz de aquellos frailes en su pueblo, aunque no era un grupo numeroso, fueron sumando adeptos a la causa de Cristo. Por su parte, aquellos frailes con su modo de vivir llamaban la atención de la joven quien cada día aprendía del carisma en el que vivían.
– Quiero ser religiosa – le dijo a Francisco una mañana cuando se preparaban para la reunión que tendrían esa tarde con su grupo.
El fraile esbozó una leve sonrisa y en su interior dio gracias a Dios por la vocación de esa muchacha.
La prepararon en su espiritualidad hasta que llegó el día en que Magdalena profesó como religiosa de la Orden Tercera de los Agustinos Recoletos y se comprometió a ser catequista de su pueblo. Con ilusión 🥹😍, la joven vio como su sueño de llevar el evangelio a su nación se estaba haciendo realidad.
Lo que vendría después no sería fácil, pero Magdalena no perdía la esperanza y con alegría estaba allí en donde hubiera alguien necesitado. Pronto las autoridades pusieron los ojos 👀 en la muchacha, pues sospechaban las intenciones que tenía tras su caridad. Se supo perseguida, igual que lo fueran sus padres años atrás, pero no sentía temor, al contrario, se sentía más alentada a continuar con su misión.
Aquella tarde supieron que debían buscar algún recóndito lugar en las montañas ⛰️ de Nagasaki, las autoridades se mostraban implacables con los cristianos, que cada vez eran más.
– Es hora de marcharnos – le dijo Vicente.
– Sí – respondió Magdalena – Ya avisé a nuestro grupo, y se nos unirán algunas otras personas.
– Apenas oscurezca iremos a la montaña y permaneceremos un tiempo allí, que Dios nos ampare – dijo Francisco con gesto sombrío.
– No perdamos la fe, esto será temporal, pronto regresaremos y ayudaremos a quienes nos necesitan y les seguiremos hablando de Cristo – les dijo la muchacha mientras ponía en orden las pocas pertenencias que llevaría consigo 🎒.
Transcurrieron los días en la montaña en medio de oraciones, misas y la lectura de la palabra 📖, todos esperaban ir poco a poco regresando a los sitios poblados y ayudar a tantos necesitados.
Una tranquila noche 🌙, unos pasos rompieron el silencio, sobresaltados se fueron incorporando y algunos empezaron huir, Francisco y Vicente se quedaron dando instrucciones a cada persona para que buscaran un escondite. Magdalena y otros religiosos salieron en los primeros grupos, allí esperarían a los frailes.
Vicente y Francisco no llegaron, algunos de los últimos que pudieron escapar observaron como fueron apresados y llevados por las autoridades.

Epílogo
Francisco de Jesús y Vicente de San Antonio fueron ejecutados en Japón por profesar la fe católica en esa nación. Magdalena de Nagasaki continuó con su misión a pesar de la persecución, muchos cristianos al ser llevados ante las autoridades apostataron por miedo a ser torturados, debido a esto Magdalena un día se presentó ante estas mismas autoridades con su hábito religioso diciendo que era cristiana.
Por su valor, se le ofreció ser perdonada y ofrecida en matrimonio si apostataba, Magdalena se niega a tal ofrecimiento y decide enfrentarse sin temor al martirio. Ante la negativa de Magdalena, la apresaron y la torturaron de diferentes formas: la hacían ingerir grandes cantidades de agua y luego se la arrojaban, clavaron en sus uñas y piel de los dedos agujas de bambú y la obligaban a escarbar en la tierra, al no dar muestras de dolor o sufrimiento, los ejecutores se sentían enfurecidos.
Decidieron propiciarle la tortura más temida por los cristianos de la época, la cual era colgarla de una horca por los pies de manera que medio cuerpo quedaba metido en un agujero, el cual tapaban con tablas hasta la cintura, quienes eran ejecutados así morían a los días por congestión. Trece días y medio duró Magdalena en esta tortura, días en los cuales ella cantaba y adoraba a Dios, hasta que un día de lluvia el hoyo se llenó de agua y murió ahogada. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas arrojadas al mar. Su muerte ocurrió el 20 de octubre de 1634.
La época en que vivió Santa Magdalena de Nagasaki, fue una época muy difícil, bajo un edicto publicado en 1614, se decía que el cristianismo era un peligro para el país, por lo que se obligó a los japoneses a abrazar cualquiera de las sectas budistas, el ser cristiano era castigado con pena de muerte.
Muchos apostataban, luego de crueles torturas terminaban renegando la fe, algunos se arrepintieron y otros practicaban la fe cristiana ocultamente. Se dice que en la época de Santa Magdalena había cerca de 500,000 cristianos en Japón, para el año 1644 al morir el último sacerdote quedaron cerca de 300,000. Después de este año, al no haber sacerdotes, la fe cristiana tuvo un declive en el país.
El Papa Juan Pablo II la beatificó en 1981 y en 1987 fue canonizada, una causa que duró más de 350 años. Santa Magdalena de Nagasaki es la santa patrona de la Fraternidad Seglar Agustino Recoleta.