Encuentro De Discernimiento Vocacional Para Mayores Y Profesionales
13 septiembre, 2019ACRÓSTICO: VOCACIÓN
7 febrero, 2020Este fue el drama de Agustín, huir de sí mismo, colocarse al margen de la interioridad, salir fuera, para en lo externo hallar la satisfacción de sus deseos íntimos.
Recorre el tiempo en medio de gustos banales que sólo le dejan mayor frustración, conflicto interno e inquietud existencial. Pasan los años y su drama continúa; tarde se da cuenta, expresándolo con nostalgia, que nada de lo exterior a su ser íntimo le deleita de acuerdo a sus aspiraciones; sus expectativas siempre se quedan cortas. Esto le lleva a lanzarse con mayor ímpetu hacia lo pasajero, solicitando más y más, de lo que realmente le resulta cada vez más tóxico.
Sumergido en este infecto, avanza los años de su juventud inquieto, muy inquieto en sus deseos intrínsecos. Mantiene una tensión que direcciona su vida hacia alguna cosa o alguien que le dé sentido. Fue una búsqueda intencional del placer que le dejaba siempre en el vacío, pero con un intenso deseo de encontrar la Verdad, de ordenar el amor en medio de ese oleaje que lo divide allá dentro de su ser, siguiendo el empuje de las dos dimensiones en concupiscencia y caridad .
En esa lucha, en tan duro combate entre lo que era y lo que deseaba ser, las lágrimas de una madre (Mónica) intercesora, orante, paciente y confiada, obtienen respuesta, y llega para Agustín la hora de Dios, el momento de comprender que su inquietud sólo cesará, cuando decida ordenarse interiormente.
La inquietud de Agustín es producto de haberse dejado seducir por los falsos valores e ideales, los dioses equivocados que le propone la sociedad de su tiempo donde se hallaba inmerso, y que lo sumergen en la más terrible de las dudas. Su carga de ansiedad y de vacío, sólo hallará respuesta cuando se encuentre con la Verdad absoluta, con Dios.
Y hallándola, luego de fuertes luchas, pudo exclamar desde lo hondo de su esencia:
«Nos hiciste, Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti»
(Confesiones 1, 1, 1)
¡Qué grande, qué gracia, que la lucha interior de Agustín, culmina en el encuentro con la Verdad!