Del cortejo fúnebre y la procesión…
6 noviembre, 2023Invitación de Navidad
24 diciembre, 2023¿Somos sensibles a la Navidad? 🎄 Cuando se habla de sensibilidad normalmente se piensa en una persona muy emotiva, extremadamente aprensiva y bastante delicada; que llora muy fácilmente. Este concepto de sensibilidad no nos sirve para recorrer el camino del Adviento como un tiempo de preparación para la Navidad. Entonces, ¿de qué se trata?
El mismo san Agustín nos ayudará a entrar más a fondo en la sensibilidad humana, pues él fue un hombre que no solo tenía el corazón inquieto, sino que también fue muy sensible; incluso hasta las lágrimas. Para él la sensibilidad tiene que ver con activar los cinco sentidos con vivacidad: la vista 👁️, el oído 👂🏼, el olfato👃🏼 , el gusto 👅y el tacto 🖐🏼. Se trata de dinamizar los cinco sentidos no solo en el modo sensorial que les es propio –mirar, oír, oler, gustar y sentir–, sino de algo aún más radical. Tiene que ver con conectar desde el interior con Dios. Estas son las palabras de nuestro santo:
📖“¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba contigo. Me retenían lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no serían. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed, me tocaste, y me abrasé en tu paz”.
San Agustín, Las Confesiones 10,38
🎯Para san Agustín la acción de Dios en el corazón del cristiano pasa a través de los cinco sentidos. Por eso abre de par en par su corazón y exclama: “brillaste y resplandeciste y fugaste mi ceguera”. Fue el exceso de la luz de Dios lo que disipó las tinieblas que lo envolvían. Dice “llamaste y clamaste”, podríamos decir ¡gritaste!, y rompiste mi sordera. Dios mismo lo habilitó como oyente de su Palabra. También expresa: “exhalaste tus perfumes y que por fin respiré hondamente”. Respiró hondamente porque a partir de ese momento solo suspiró por el amor de Dios. Señala, “gusté de ti, y siento hambre y sed”; sació el deseo de su corazón. Y, por último, “me tocaste y me abrasé en tu paz”; el toque delicado del amor de Dios nos rodea con su ternura y nos llena de paz.
🎯Con el santo del corazón inquieto podríamos hablar de la sensibilidad como de los órganos del corazón: los ojos del corazón, los oídos del corazón, el olfato del corazón, el gusto del corazón y el toque del corazón. Es en este sentido que queremos invitarte a recorrer el camino del Adviento como un peregrinar desde la sensibilidad, que nos acerque al corazón de la Navidad, al misterio de la Encarnación, al encuentro cara a cara y corazón a corazón, con la Palabra de la vida hecha carne.
Así, durante la primera semana de Adviento 🎯abriremos la mirada a un tiempo nuevo; al tiempo de la espera y de la esperanza. De este modo será también nuestra la experiencia de Agustín: brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera.
En la segunda semana de Adviento nos concentraremos en🎯 escuchar la Palabra en el silencio del desierto, tal y como se nos propone en la liturgia de la Palabra a través de la figura de Juan el bautista, la voz que clama en el desierto. Aplicaremos el estetoscopio al corazón de Dios para escuchar la latidos de su corazón para que, como le pasó a san Agustín, también se rompa nuestra sordera.
En la tercera semana de Adviento nos aplicaremos en 🎯cuidar la fragancia de la alegría con el olfato del corazón, es decir, a oler el perfume de la misericordia de Dios. De este modo podremos exclamar con san Agustín: exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti.
En la cuarta semana del Adviento 🎯gustaremos las delicias de la vocación, pues la vocación es el postre de la vida cristiana. Acompañados por dos grandes maestros de la respuesta vocacional, que son la Virgen María y san José, redescubriremos el gusto por la propia vocación. Entonces también tendrá un sentido para nosotros aquella expresión de san Agustín gusté de Ti, y siento hambre y sed de Ti.
Y, por último, ya 🎯en plena Navidad nos dedicaremos a sentir, es decir, a experimentar en nuestra propia piel el abrazo de Dios a la humanidad en recién nacido, el Emmanuel, el Príncipe de la paz, que ofrece una paz que nada ni nadie nos puede arrebatar. Entonces podremos decir con san Agustín me tocaste, y me abrasé en tu paz.