Prejuicios sobre la vocación…. Parte I
29 julio, 2020Agustín, pasión por la Verdad
31 julio, 2020Seguimos presentando esos mitos que muchos jóvenes creen que existen dentro del seguimiento de Cristo en una vocación particular.
- Eso de la vocación, lo único que hace es complicarte más la vida. Ciertamente la búsqueda de la propia vocación y misión en este mundo, trae consigo algunas complicaciones. Sin embargo, la cuestión no es si la búsqueda y la vivencia de la propia vocación nos complican la vida, que a lo mejor lo sí hacen, sino por qué queremos complicarnos la vida o por qué no queremos complicarnos la vida. De ahí que la respuesta a la llamada interior que Dios nos hace, pide dialogar con los anhelos más profundos del corazón. Es ahí, en lo profundo del corazón, en donde está la inspiración necesaria para arriesgar la vida y el modo concreto de hacerlo. Por lo tanto, las exigencias en la propia vocación o se asumen libre y conscientemente, o corresponden más bien a la necesidad de reconocimiento y aprobación. Tarde o temprano hay que discernir esto…
- La vocación es para gente cobarde, pusilánime, que le cede a Dios lo que no es capaz de hacer por sí misma. Existen modos infantiles y poco responsables de asumir una vocación específica, como aquellas decisiones que nacen del miedo a la libertad. Puede darse el caso, y de hecho se da, que algunas personas asuman una vocación específica como una salida fácil ante el sentimiento de culpa y la angustia ante la inseguridad. Sin embargo la vocación cristiana y la vocación cristiana específica nunca pueden entenderse como auto-sacrificio grato a Dios. Al contrario, Dios quiere que asumamos la propia historia, heridas y miedos, y la invirtamos libremente en algo de lo cual nos sintamos satisfechos.
- Plantearse una vocación rompe el cause natural por el que cada quien hace con su vida lo que mejor le parece. Cada quien resuelve el sentido de su vida lo mejor que puede. Y ciertamente el ser humano es capaz, con la luces de su inteligencia, de emprender un proyecto de vida libre y responsable. En este sentido, la vocación cristiana y la vocación específica en Cristo no se saltan los causes naturales en los cuales también se realiza la vocación humana. No obstante, asumida la belleza y el encanto de la libertad, la intervención de Dios en la vida de una persona siempre posibilita y potencia la mejor de la misma. Pocas veces se da una contradicción entre lo que la persona quiere y lo que ésta entiende, en la fe, que Dios le está pidiendo. Y en caso de contradicción, es porque Dios supera, con creces, la bondad y las posibilidades de los propios planes.
- La vocación es una opción que te priva de lo mejor de la vida. Los hay quienes consideran que la vocación cristiana es una constante limitación a lo mejor de la vida. Para quienes así razonan, ciertamente la vocación cristiana y la vocación específica son una clara castración de las pulsiones, instintos y apetencias que, por otra parte, forman parte de la naturaleza humana. Ahora bien, qué tipo de vida se puede poner en pie cuando la persona reduce la existencia a la simple satisfacción de necesidades. El hartazgo, en caso de que sea posible, realmente qué es lo que produce; en muchos casos, atrofia, hastío, vacío y soledad… La vocación cristiana y la vocación específica incorporan el mundo de necesidades y deseos, pero los ordena desde otros puntos de referencia, e invita a satisfacerlos en una lógica distinta, la del don.
- Algunas vocaciones son más importantes que otras. Este es uno de los prejuicios más terribles sobre la comprensión de las vocaciones específicas. Cuando se justifica un valor superior en algunas de las vocaciones, se las desfigura de la fuente originaria en la que brotaron como caminos para el servicio, la entrega y la disponibilidad. El abuso de poder en algunas vocaciones específicas arranca de la conciencia de ser especiales, una clase de súper élite escasa, que hay que cuidar y sobreproteger. Desde la inspiración del evangelio, nunca será posible argumentar la superioridad de nadie sobre nadie. Al contrario, proyecta una dignidad particular sobre cada tipo de vocación y las coloca con el mismo valor como caminos para vivir la plenitud del amor.
- La vocación es cumplir las expectativas de Dios. Este prejuicio acerca de la vocación, se alimenta de una relación infantil de dependencia respecto a Dios. Desde este punto de vista, Dios es una especie de “súper papá” al que hay que granjearse cumpliendo sus expectativas y esperando su aprobación. Esto no tiene nada que ver con cumplir la voluntad de Dios. Cumplir la voluntad de Dios conlleva la suficiente autonomía para hacerse la persona dueña de su propia vida y, por amor libre, entregarla a un proyecto más grande que los límites del propio deseo. La aprobación de Dios no es un concepto sano en el discernimiento vocacional; al memos no es suficiente para una opción libre y consciente.
- La vocación contradice la identidad más profunda de la persona. Aunque en la Iglesia se custodié el valor profundo y en sentido evangélico de cada vocación, a lo largo de la historia se le ha colgado a las vocaciones específicas algunas añadiduras que son meramente accidentales. Así, en determinados contextos se presenta una visión estándar de vocación específica, al margen de la cual se traicionaría su inspiración. En este sentido, ciertas presentaciones sobre la vocación cristiana y las vocaciones específicas son deudoras de su tiempo y de su cultura. En estos casos, se puede decir que la vocación sí contradice la verdad profunda de la persona, pues “el sábado está hecho para el hombre, no el hombre para el sábado” (Mc 2,27). Cada persona debería encontrar en la propia vocación la suficiente holgura para ser ella misma y para acoger el reto de ser lo mejor de sí misma.
- La vocación es alinearse a un modelo estándar asumido por la sociedad, pero que mete a la persona en un rol que, a la larga, le enajena. La vocación es siempre mucho más que un simple rol o el ejercicio de una profesión. La vocación específica tendría que tener la virtualidad de tocar y organizar todos y cada uno de los aspectos de la vida humana y cristiana, de lo contrario, no es del todo vocación. Y lo más importante, la vocación específica, como estilo de vida en Cristo, es un itinerario que tiene que ver con un proceso de crecimiento y maduración constante en todas las direcciones de la vida. La vocación enajena cuando no asume su dinamismo y su propuesta de constante renovación.
- La vocación es un simple sentimiento frustrado y sublimado, que hace soportable la vida. Hay quienes afirman que la vocación cristiana y la vocación específica es un recurso fácil de sublimación de sentimientos frustrados, que hacen más soportable la vida. La sublimación, incluso como un recurso inconsciente, tiene su valor en organización de la vida humana. Pero, madurar un proyecto de vida en Cristo obliga, antes o después, a resituar el sentido de la vida y a recomponer las motivaciones que la definen y movilizan. Cuando se vive a conciencia la propia vocación, ésta tiene siempre una dimensión terapéutica, que ayuda a reconocer y sanar el interior profundo.
- La vocación es un modo más de generar valores en el mundo. Para cada ser humano que viene a este mundo es importante, antes o después, trascender. Hay muchos modos de trascender en la vida. La vocación es uno de estos. Sin embargo, el sentido de la propia vocación no se define absolutamente por su fecundidad. La vocación es para dar vida, para generar valor en el mundo, para comprometerse con un mundo mejor, sí. Pero, ante todo, la vocación es para recibir vida, para acoger el misterio de lo que somos y del Misterio que nos habita y, fundamentalmente, para ser cause de la Vida que nos atraviesa.
Y a ti ¿cuál de los prejuicios has escuchado o te ha impedido plantearte un seguimiento particular a Cristo?