MISERICORDIA
Jueves IV de Adviento
Escuchemos a san Agustín
«Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. ¿Por qué la paz en la tierra, sino porque la verdad brota de la tierra, o sea, Cristo ha nacido de la carne? Y él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa: para que fuésemos hombres que ama el Señor, unidos suavemente con vínculos de unidad.»Sermón 185.
Poema
“¡Oh Emmanuel, nuestro rey y Legislador, expectación de las naciones y objeto de sus deseos! Ven a salvarnos, Señor Dios nuestro”.
Oh, Emmanuel, el esperado, el sueño de la humanidad dormida, la ternura que se derrama como la lluvia sobre los campos.
Oh, Emmanuel, caricia de la historia y alivio de nuestro pueblo, no retrases tu venida.
Oh, Emmanuel, hermoso salvador, príncipe de la paz, surtidor de la belleza del alma, deseamos tu venida porque solo en ti hemos puesto la esperanza; solo tú puedes calmar nuestra sed y llenar nuestro vacío.
En tu amor será colmada nuestra pobreza y tu tierna mirada calzará nuestros pies heridos por las piedras del camino.
¡Ven, Salvador!¡Ven, Señor Jesús!
Alejandro Fernández Barajón
Oh, Emmanuel, el esperado, el sueño de la humanidad dormida, la ternura que se derrama como la lluvia sobre los campos.
Oh, Emmanuel, caricia de la historia y alivio de nuestro pueblo, no retrases tu venida.
Oh, Emmanuel, hermoso salvador, príncipe de la paz, surtidor de la belleza del alma, deseamos tu venida porque solo en ti hemos puesto la esperanza; solo tú puedes calmar nuestra sed y llenar nuestro vacío.
En tu amor será colmada nuestra pobreza y tu tierna mirada calzará nuestros pies heridos por las piedras del camino.
¡Ven, Salvador!¡Ven, Señor Jesús!
Alejandro Fernández Barajón
Lectura del día
Lc 1, 57-66