HUMILDAD


Miércoles IV de Adviento

Escuchemos a san Agustín

«Los humildes son como la piedra; la piedra aparece cosa baja, pero es sólida. Y los soberbios, ¿cómo aparecen? Como humo; cuanto más alto suben, tanto más pronto se disipan »

Comentarios a los Salmos 92, 3

Poema

Señor de la vida a quien esperamos. Señor de la alegría a quien deseamos. Oh Rey de los tiempos a quien adoramos. Que todas las naciones se postren ante ti nuestro Rey.

El mundo desea expectante tu venida. Que la aurora con su luz inunde nuestras sombras. Oh Rey victorioso, aleja de nosotros las tinieblas de la infidelidad que nos ciega. Que tu venida llene de gozo nuestros corazones y nos habite por entero. Oh Rey de las naciones, poderoso en la fragilidad de un niño.

Danos tu gracia, oh Señor de la ternura. Condúcenos a ti, Señor de la historia. Transfórmanos en ti, Señor de la esperanza. Llénanos de ti, Dios de la misericordia infinita.

Haz que abramos el corazón y los brazos a tu venida, Oh Rey de las naciones y de los pueblos.

Fr. Hugo Badilla, OAR

Para pensar

  • Nadie puede considerar a Dios como soberano (Rey) de su vida si se acerca a él de forma personal. Solo quien vive su fe en comunidad, crece dentro de su Reino
  • ¿Vives y celebras tu fe en comunidad (iglesia) o eres de los que dice: "creo en Dios, pero no en la Iglesia"?