José


Sábado III de Adviento

Escuchemos a san Agustín

«Corramos a refugiarnos bajo las alas maternas de la Sabiduría, puesto que la Sabiduría misma se ha hecho débil por nosotros, puesto que el Verbo se hizo carne.»

En. Ps., 90 II, 2.

Reflexión

¡Alégrate!
Ajorca preciosa, hija del Altísimo, perla escondida entre los lindes de Galilea.

¡Alégrate!
Lucero esplendente a los ojos del ángel, nardo perfumado entre los montes de Judea.

¡Alégrate!
Jardín reservado para el Rey soberano, insigne carroza del gran cortejo.

¡Alégrate!
Regazo convertido en sitial de oro puro, trono de gracia, manantial de sabiduría.

¡Alégrate!
Lucero de Belén, que atraes a los pueblos, gloriosa epifanía, brillante como aurora.

¡Alégrate!
Bendita entre las hijas de los hombres, melodía que suscitas nuestro canto.

¡Alégrate! ¡Alégrate!

Fr. David Conejo, OAR

Para pensar