SANACIÓN


Lunes 1 de Adviento

Escuchemos a san Agustín

«Un año más ha brillado para nosotros y hemos de celebrar el nacimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo; en él la verdad ha brotado de la tierra; el día del día ha venido a nuestro día: alegrémonos y regocijémonos en él».

Sermón 184, 1.

Cuento

Un león se encontró con un grupo de gatos que conversaban. “Voy a comérmelos” pensó. Pero, de forma extraña, comenzó a sentirse más tranquilo. Y decidió sentarse con ellos y prestar atención a lo que decían. Al buen Dios –dijo uno de los gatos sin darse cuenta de la presencia del león– le hemos pedido que lluevan ratones del cielo. Hasta ahora ¡no ha pasado nada! –dijo otro–. ¿Será que el Señor no existe? El cielo permaneció mudo. Los gatos perdieron la fe. El león se levantó y siguió su camino, pensando: “Hay que ver lo que son las cosas. Yo iba a devorar a estos animales cuando Dios lo impidió. Y, sin embargo, ellos han dejado de creer en la gracia divina: están tan preocupados por lo que les faltaba que no se dieron cuenta de la protección que recibían”.

Para pensar

  • En muchas ocasiones nos dedicamos a pedir a Dios aquello que creemos que nos hace falta y nos enfadamos porque no obtenemos la respuesta que esperábamos; sin embargo, Dios nos conoce y sabe lo que realmente necesitamos.
  • ¿Te atreves a mirar en tu interior para encontrar cuáles son tus verdaderas necesidades? ¿Necesitas más amor? ¿Necesitas sentir la ternura y la presencia de Dios en tu corazón? ¿Tienes necesidad de sanar tu interior?
  • Es necesario, pues, que reformules tu oración, que le agradezcas a Dios por todos los momentos en que te has librado de muchos peligros, de las ocasiones en las que te ha sanado y que pidas por aquellas cosas que son realmente importantes y necesarias. Que tu oración se haga carne, es decir, desde el corazón mismo.