CURACIÓN


Miércoles III de Adviento

Escuchemos a san Agustín

«El nacimiento de Cristo tiene un día temporal en los días temporales, pero él es el día eterno que procede del día eterno.»

Sermón 190, 3.

Canción

Que se mezclen el amor y los defectos,
que se casen la justicia y la verdad,
que reposen por la tarde en la pradera,
el becerro y el león,
que se mezclen los milagros y tragedias,
y que more con la niña el lobo atroz,
y que jueguen en la vida como amigos,
la serpiente y un bebé.

Que nos dirija un niño,
que pastoree nuestro corazón,

y los enemigos se abrazarán,
y todos los collados se alegrarán,
y los corazones purificará,
y todos los rencores disipará.

Que se junten el dolor y la belleza,
que la hiedra se confunda con la flor,
que se tomen de la mano y que se besen,
los rencores y el perdón,
que platiquen el leopardo y el cordero,
y que pierdan las espinas su incisión,
que las crías de la vaca se paseen
con el oso bajo el sol.

Que nos dirija un niño,
que pastoree nuestro corazón,

y los enemigos se abrazarán,
y todos los collados se alegrarán,
y los corazones purificará,
y todos los rencores disipará.

Jesús Adrian Romero

Para pensar

  • La vida nos deja heridas que se pueden hacer más peligrosas cuando no las curamos a tiempo. Muchas proceden de nuestra infancia. Ante ello:
  • Vuelve a tu interior... recordando que tu alma, al igual que tu cuerpo, debe vivir un proceso de cicatrización que deja la huella que nos recuerda que más allá del dolor hay un nuevo comienzo en Dios.
  • ¿Confias tu curación a Dios?