CREER


Martes III de Adviento

Escuchemos a san Agustín

«Convenía que sólo el hijo de Dios se hiciese hombre de este modo sin igual.»

Sermón 191, 4.

Reflexión

El Señor vendrá y te encontrará... Dormida, dormido, Despierta, despierto.

En tu hogar. Comportándote como un huésped, esperando a que te pongan la mesa, te hagan la cama, bajen a por el pan, te tiren la basura... Pendiente de tu familia, de sus problemas, de sus trabajos, adelantándote a hacer las labores domésticas, sorprendiendo gratamente a tu gente.

En tu colegio. Dejando pasar las horas, esperando a que toque la campana, conformándote con el “5 raspado.” Ocupado en hacer bien tu trabajo, exprimiendo al máximo los talentos que Dios ha puesto en tu vida y compartiéndolos con tus compañeros más necesitados.

En tu parroquia. El cura, el catequista, la del coro, el voluntario de Cáritas, el monitor de tiempo libre... “¿Yo? Con fichar media hora a la semana ya tengo bastante.” Sintiendo y viviendo la parroquia como algo “muy tuyo.” Siendo protagonista en la buena marcha de “tu casa.”

En tu barrio/localidad. Un desconocido para tus vecinos, apático para las cosas que suceden dos metros más allá de tu ombligo, en definitiva, pasota ante los otros, ante lo otro... Sin llamar la atención, sin buscar el aplauso, ocupado y preocupado por el otro, por los otros...

En tu corazón. Un año más vendrá el Señor y “te pillará” amodorrado en tu vida mediocre y aburrida, esperando, de brazos cruzados y corazón adormilado, un día más, una semana más, un año más... Esperando con confianza, activamente, al Señor. Teniendo las puertas del corazón siempre abiertas, y reconociéndole en cada persona, a través de las cuales Él se sigue haciendo presente; y en cada situación, a través de las cuales Él te sigue interpelando.

    Para pensar

  • El cristiano cada día libra batallas internas entre: el deseo de ser mejor y su vulnerabilidad a causa del pecado. Pero para contrarrestar esa debilidad es necesario creer en Aquel que nos llama. Ante esto pregúntate:
  • ¿Crees que el Señor te llama a cosas grandes? Si es así ¿qué te detiene para crecer en su seguimiento?